Pese a que no está confirmada oficialmente por el gobierno, la supuesta huida a Cuba de Iván Márquez, líder de Segunda Marquetalia y principal aliado guerrillero del chavismo, constata su derrota parcial tras la muerte de sus dos cabecillas alias ‘El Paisa’ y alias ‘Romaña’.
“Hoy Iván Márquez se encuentra refugiado en Cuba. Este es un hombre que desechó el proceso de paz del cual Cuba es garante. Matan a dos de sus secuaces, él sale corriendo y Cuba lo recibe”, reveló en Estados Unidos el exvicepresidente y exembajador Francisco Santos.
Márquez, tantas veces invitado de honor de Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores, estaba acorralado en el territorio venezolano ante el avance incontenible de los guerrilleros del Frente Diez de Gentil Duarte y de Iván Mordisco.
Meses de enfrentamientos en el estado de Apure, fronterizo con el Arauca colombiano, alcanzaron su momento más crítico con la muerte esta semana de sus dos lugartenientes principales, Iván Darío Velásquez, “el Paisa” y “Romaña”. Segunda Marquetalia ya había sufrido en mayo la baja del comandante Jesús Santrich, abatido durante una operación militar que tenía como objetivo acabar con su vida.
Ambos, Santrich y Márquez, formaron parte de la comisión negociadora en Cuba. Y ambos decidieron rebelarse juntos contra los acuerdos de paz y huyeron de Colombia para refugiarse en Venezuela bajo la protección del chavismo. Sobre Márquez, al igual que Diosdado Cabello, número dos de la revolución bolivariana, o Tarek El Aissami, actual zar del petróleo, Estados Unidos mantiene recompensas de 10 millones de dólares, solo superadas por los 15 millones por cualquier información que ayude a la detención de Nicolás Maduro.
Ambos frentes no mantienen diferencias ideológicas, incluso se dicen seguidores del chavismo. De hecho, fueron los guerrilleros de Mordisco quienes protagonizaron el atentado fallido contra el helicóptero del presidente Iván Duque en la fronteriza Cúcuta. Su duelo sangriento se debe a la disputa por uno de los corredores del narcotráfico más importantes del continente, un negocio millonario en el que también incide la otra guerrilla, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Los “elenos” están tan integrados en la vida revolucionaria de Venezuela que no solo custodian algunas de las minas de oro de los jerarcas chavistas; también participan en distintos mecanismos de control social, como la entrega de las bolsa de comida subvencionada por el Estado.
“Es claro para nosotros que estas disidencias son organizaciones terroristas que operan en Venezuela y que tienen planes de expansión y control en el territorio y del negocio del narcotráfico”, explicó el ministro de Defensa, Diego Molano.
La intervención del Ejército venezolano para apoyar a Segunda Marquetalia no ha dado hasta ahora los resultados buscados por Caracas. Primero fueron los combates desde marzo en Apure, una batalla en la que las fuerzas armadas de Maduro no solo fueron derrotadas en varias ocasiones por los guerrilleros colombianos de Mordisco y Duarte. Los agentes revolucionarios también cometieron desmanes, al ejecutar a cinco miembros de una familia de campesinos, a los que vistieron como si se tratase de guerrilleros.
Además, las disidencias de Mordisco y Duarte protagonizaron un capítulo inédito en lo que va del siglo en Venezuela, tras un operativo fracasado del Ejército venezolano. Una treintena de militares de las fuerzas de asalto aterrizaron en helicóptero en pleno territorio guerrillero, que contaba con más de 300 hombres en la zona: 16 murieron y ocho fueron secuestrados por los guerrilleros.
El chavismo ha mantenido un silencio casi total desde que se iniciaran los combates, incluso pasaron por encima de la liberación de sus oficiales y soldados. Tampoco informaron sobre las condiciones impuestas para la puesta en libertad. El gobierno de Maduro ha justificado su participación en este conflicto armado aduciendo que se trata de grupos irregulares sostenidos por Colombia y por la CIA.
Quien mantuvo informado al país y al mundo fue Javier Tarazona, director de la ong FundaRedes, tanto de los enfrentamientos como de los abusos a los derechos humanos. Y lo ha pagado muy caro: la policía política le detuvo en julio, acusado de terrorismo y traición a la patria. El activista permanece recluido en la siniestra prisión del Helicoide, una de las sedes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).
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