Fernando Gallego, un habitante del municipio del Líbano, filósofo de profesión y que en el año 70 se empezó a interesar por lo que pasaba en el interior de la montaña del Nevado del Ruiz, terminó convirtiéndose en la persona que predijo la gran tragedia de Armero.
A pesar de no contar con estudios en materia de volcanes, Fernando en su interés de conocer más del nevado, empezó a realizar visitas a la montaña y de a pocos comenzó a romper el suelo y a mandar a hacer estudios del mismo y de los sedimentos que éste arrojaba.
Como resultado de sus estudios a comienzos del año 1984, Fernando manifestó que el volcán entraría en un momento de mucho calor y esto podría derivar en acciones como una posible Erupción.
Con base en todos estos resultados, Gallego empezó a diseñar una serie de conferencias que empezó a presentar en el año 1984 en Ibagué y el Líbano en el departamento del Tolima, los temas eran algo imposible de creer por los asistentes.
Una Avalancha que se llevaría a un pueblo entero y que lloviera ceniza, eran los temas que tocaba Fernando. De inmediato fue desmentido por las autoridades del momento, Cortolima, la autoridad ambiental de la región e Ingeominas, acabaron con la reputación del docente.
De hecho, el alcalde del Líbano en ese momento, Alberto Toro Nieto, le envió una misiva reprochando el pánico que estaba generando y amenazándolo en tomar medidas de acuerdo al Código de Policía del momento.
Todos estos señalamientos acabaron con la credibilidad de Fernando, a quien se le prohibió la entrada a varios municipios y el subir al volcán.
Pese a todas las advertencias realizadas por Gallego, además del alcalde de Armero Ramón Rodríguez y del congresista Hernando Arango, nunca se dio importancia hasta que el desastre llegó.
El 13 de noviembre de 1985, los habitantes del Líbano se vieron sorprendidos por una lluvia de ceniza que nadie entendía. En ese momento recordaron las palabras de Fernando y le buscaron hasta encontrarle. Lo que él había dicho, llegó.
Desde las 3 de la tarde de ese 13 de noviembre, Gallego sabía que la tragedia estaba por empezar, pero nadie creía en él. El volcán sorprendió al municipio de Armero durante la noche, sepultando todas las viviendas y las 25 mil personas que habitaban en ellas.
Ya han pasado 30 años desde esta tragedia, recordada con dolor por quienes perdieron a sus familiares y amigos. Quienes no creyeron a Gallego, llevarán es sus espaldas el remordimiento de haberle ignorado y las vidas que se perdieron entre el ego y la ceguera que produce el poder.
El profe Gallego sigue con su vida, aunque nunca le retiraron las prohibiciones de volver a algunos pueblos y de subir al volcán.
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