Hermencia Castro es una mujer que llegó al Caquetá, desplazada del departamento del Cauca. Su destino eran las tierras el Huila, pero se quedaron dormidos en la flota y cuando despertaron ya estaban en Florencia.
La guerra en su territorio los condujo a ella y su familia a esta tierra que, a pesar de la adversidad, siempre abre sus brazos a todo aquel que por deseo o equivocación llegue hasta ella. El comienzo para ellas fue difícil, una familia de la región le dio posada durante algunos días y de inmediato empezó a trabajar para conseguir lo del arriendo y el sustento de sus dos hijas.
Doña Hermencia empezó vendiendo cacharro en diferentes puntos de la ciudad de Florencia y con esto pudo sostener a su familia durante cerca de 15 años. Después, con la llegada de muchos almacenes de baratillo, el negocio se vino abajo y tuvo que dejar esta actividad.
Su labor es la de servir con cariño y buena sazón a las personas que en el centro de Florencia se ganan la vida en el rebusque.
Fue allí donde tomo la decisión de empezar a preparar comidas y venderlas en la calle en una carreta que adaptó como su restaurante móvil. Sus platos desde el comienzo fueron apetecidos por vendedores informales y personas que no tenían para ir a un restaurante caro.
Su menú es variado: carne, pollo y hasta pescado se puede degustar en un servido que va desde 4 mil pesos, si lo quiere con sopa son 5 mil y si es para llevar 6 mil. La gente que pruebas sus platos vuelve a este lugar a seguir comiendo.
La clientela de doña Hermencia la reconoce y la aprecia, porque en las ocasiones en que no hay ni siquiera los 4 mil pesos para comer, ella les fía el almuerzo. Su labor es la de servir con cariño y buena sazón a las personas que en el centro de Florencia se ganan la vida en el rebusque.
Bien por doña Hermencia, que sus ventas nunca bajen y que DIOS la Bendiga por esta bonita labor.
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